martes, 29 de junio de 2010

La Hoguera


-Los miro con desprecio a todos ustedes, los mas viejos y los mas jóvenes, a los que sienten lastima por mi, una lastima inútil, a los que me observan con asco, con aire de grandeza, soberbios. Podrán estar en un lugar mejor ahora, pero esta noche, cuando el mas profundo de sus subconscientes empiece a trabajar, van a desear haber estado en mi lugar, muriendo, desvaneciéndose. La vergüenza entrará en sus huesos y almas. Caerán rendidos ante su pésimo error, no podrán quitárselo de la mente ¿Quiénes se creen al apropiarse de una vida? ¡Aún muerto seré la plaga más difícil de exterminar! -gritaba John atado entre las pajas secas

-¡COMIENCEN!, este maldito hereje pagara por sus pegados, arderá en el mas calcinante fuego. Y que las brazas terminen el trabajo, así se lleva un recuerdo de este mundo- dictaba el verdugo.

El fuego empezó lento, así ardió. John ya había pasado por cuatro hogueras, dos orcas y tres sillas eléctricas, pero le gustaba despedirse con estilo. La muerte era horrible, pero nunca recordaba cuan horrible hasta que volvía a morir.

Hacia tanto tiempo que habia olvidado donde habia nacido ¿habría sido en Turquía? ¿O en la antigua roma? ¿Su madre no era una inglesa de la época colonial? ¿O era una de las miles de esclavas que habia construido las pirámides de Gizeh? Ningún dato se guardaba en su cabeza, ni nombres ni fechas. Todo terminaba siempre igual. Negro, luz, blanco, vacío. Después de cada una de sus muertes, sentía ese vacío. El causante de sus pesadillas, de su miedo. Era lo único a lo que le temía. No entendía cómo ni cuándo y menos porqué pasaba eso, pero ya se habia acostumbrado y casi no le molestaba

jueves, 24 de junio de 2010

SIMÉTRICO (reescrito)


Hace casi 10 años que trabajo en la clínica. Todos los días entran mujeres totalmente hermosas. Se embarcan hacia la sala de operaciones, algunas acostumbradas al corte del bisturí. Y salen, gloriosas. Muy pocas respetan sus facciones, algunas vuelven totalmente diferentes.
Cejas, ojos, nariz, boca.

tantos años creando seres extremadamente perfectos.
Me internaba por días y semanas dentro del hospital y de ahí a la clínica. No dormía mucho, solo lo necesario para no desmayarme en medio de una operación.
Podía modificar todo a mi antojo, crear un lunar donde antes no habia nada, generar pecas, levantar busto, adelgazar caderas, enderezar narices, sacar los años de donde quedaban mal y colocarlos muy disimulados, cosa que no se notaran. Tenía mas poder del que quisiera tener un dios.

Pero el tiempo fue erosionando lentamente mi mente...
al principio las líneas que me indicaban el lugar donde hacer la incisión estaban marcadas en los cuerpos, las punteadas contorneaban hermosos labios rojos, las flechas- de donde partir y donde parar,
puntitos para saber donde cesar.
Todos esos símbolos se fueron grabando en mi cabeza, la cual se acostumbro a verlos, se acostumbro a formar figuras con ellos, y pronto, no hacia falta que dibujara lo que debía hacer, simplemente veía el error y me proponía corregirlo.

Desde ese instante fue que las empecé a ver deformes, ya no eran hermosas.
Tenían millones y millones de pequeños errores en sus rostros, millones de detalles.
Cosas horribles...
Pero lo peor de todo, sus rostros, sus desfigurados rostros...
No eran simétricos.

Y los demás cirujanos no lo notaban.
No VEIAN. Yo veía más allá.
Los demás cirujanos...parecían ajenos.

Me encontré en la sala de operaciones.
De la cual ya no salía, hasta dejarlas IGUALES.

Entonces me di cuenta, entendí como alcanzar la perfección. Y
no se encuentra en una nariz respingada, en una silueta delgada y estilizada.
La perfección de una persona se encuentra en su simetría, que sus brazos sean iguales, que la comisura de su boca tenga el mismo tamaño de los dos lados, que sus cejas estén parejas.

Y así empeoro, ya no permitía ningún error de mi parte...
Y así paso el tiempo.
Hasta ese día.
Entró al consultorio y lo vi, era más espantoso de lo que me imaginaba.
Me tocaba operar a mí.

Nos sentamos, él frente a mí, se veía nervioso.
Por lo poco que escuché, quería corregir su cicatriz...
Tenía la mitad de la cara quemada. Era sin duda, el mayor reto de toda mi carrera profesional


Después de esa charla contaba los días y segundos para la operación.
Ya sabia lo que debía hacer, pasaría a la historia con eso. Lo dejaría tan pulcro que nadie discutiría mi profesionalismo.
Y el tiempo corrió...
23…24…25…
Y llego, el 26 de agosto

nos saludamos, se puso la bata...
entre modestamente al cuarto, ¿ya esta listo?
a las 3:00 empezamos.
En la sala de operaciones estábamos el anestesista, la enfermera y yo, los demás no habia llegado.
Y lo hice. Trabe las puertas y me acerque a la mesa con los bisturís.

En estas situaciones no hay que dejar actuar demasiado la razón, quita los instintos y estorba en la naturaleza del hombre. Atravesé la sala.
Lastimé profundamente al anestesista,
un
dos
tres
cuatro
cinc...deje de contar cuantas veces fueron.


Un
dos puñaladas,
me fue mas fácil deshacerme de la enfermera.

Y quedamos los dos solos, él adormecido, sin sospechar lo que acababa de pasar, y yo, lista.
Tenía todo y nadie nos podía molestar, estábamos encerrados juntos hasta que todo pasara. Hasta que todo pasara nadie podía entrar ni salir.

Fue una de las operaciones más difíciles de mi vida, contando que no disponía de mucho tiempo.
Estuvimos 2 horas.
Deje su rostro tan hermoso, lo mejore.
Era precioso.
Terminada mi obra me aparte para ver,
era el hombre mas perfecto que habia visto, y yo, solamente yo lo habia creado.

Destrabe las puertas, lleve su camilla hasta el cuarto 320.
Y me fui...

su rostro quedo maravilloso,
era mi mejor trabajo...
Habia logrado quemar su piel, para que los dos lados de su cara estuvieran apropiadamente simétricos.

martes, 15 de junio de 2010

El escritor

Prendió un cigarrillo, la computadora era lo único que iluminaba el cuarto. La espalda lo estaba matando y la frustración lo corroía. El espeso humo que salía de su boca se mezclaba con las letras del monitor. Un poeta ¿era poeta realmente? Su inspiración se desvanecía y su musa interior parecía haberse suicidado en el mismo momento que se sentó a escribir. No pretendía dormirse sin haber escrito una obra que fuera excelente, o que por lo menos rozara sus pretensiones. Su cerebro rebuscaba, sus dedos se agitaban sin tocar el teclado, debía crear algo. Las ideas nacían en su boca y caían quebradas y muertas. Su imaginación se apagaba y quedaba en standby. Coloco su cabeza sobre sus manos y esperó. La combinación perfecta de las palabras se paseaba por su paladar pero no salía de él, estaba quieta, pegada.

¿Era poeta realmente?

"Un poeta busca las palabras perfectas
las frases perfectas
las metáforas perfectas
que cada oración sea
un valle en medio
de un desierto, para que
su poema, termine siendo imperfecto"*



*Poema "la perfecta frustración" de Ivo Retacco

miércoles, 9 de junio de 2010

El puente Ohashi bajo la lluvia


Hace tres días que no para de caer agua. Las damas ricas demuestran lo fácil que es convertir una simple lluvia en un terrible fin del mundo. Los curas buscan encontrar el motivo por el que el todopoderoso los atormenta así. Los caballeros finos intentan acallar su miedo con quejas hacia el sistema de cloacas.
Hiroshige mira el puente, tiene que cruzarlo antes de que el barco se vaya. Desde que tenía doce años trabaja en la carga de mercadería del muelle. No le importa el fin del mundo, ni las cloacas y muchísimo menos dios. Esos temas se charlan con la panza llena. ¿Por qué no les gusta la lluvia a los demás? Si enfría la sangre, calma la cabeza y curte los huesos. Tienen tan pocas preocupaciones. Viven en su burbuja de miedo y terror. ¿Quién quisiera vivir así?
Hiroshige está bien como está. Si no es con sensaciones de dolor ¿cómo nos daríamos cuenta que estamos vivos? Si no es una puntada aguda la que nos retuerce el estomágo o el corazón, ¿Cómo saber que todo no es una mera ilusión?
El dolor es diferente para cada uno de los seres. El cerebro no da una porción mayor de sufrimiento si sabe que no lo soportara el cuerpo. Es todo un mecanismo creado para sentir la realidad. Como la lluvia, la lluvia cae de a pocos trozos de realidad. Si no lloviera, ¿cuánto más secos podrían ser los desiertos? ¿cuantos renacuajos morirían? ¿Cuántos animales perecerían? Las plantas, el oxígeno. La lluvia es un motor para que las damas ricas, los curas y los caballeros finos puedan seguir existiendo, y claro, también para que el pequeño grupo de Hiroshiges vivan. ¿Cómo sabrían sino que son ricos los ricos? Si no tuvieran la vista caída, los pies descalzos de hiroshige, su sudor cayendo para ellos ¿Cómo sabrían que son mejores?
Pero aunque tengan la vista caída, los pies descalzos y el sudor de Hiroshige, nunca sabrán si son mejores a él.